lunes, 21 de marzo de 2011

19/03/11 UN GRAN DIA DE BALONCESTO


    A veces, el baloncesto pierde su condición de enfrentamiento lúdico y se convierte en una guerra sin cuartel, en un toma y daca de habilidad y nervios, en un coliseo moderno donde gladiadores de élite se dejan el alma por anotar un punto más, por empalar con el balón un aro de acero que delimita la frontera entre el fracaso y la gloria.
   El día 19 de Marzo de 2011, se vivió una de esas tardes legendarias en la cancha del Unicaja; un enfrentamiento entre el club malagueño y el Real Madrid, con diversos motivos para que se luchara por la hazaña; la necesidad de la victoria, la agonía de trepar un puesto más en la clasificación, las ganas de rehabilitarse ante una afición que sufre en demasía los altibajos de un equipo dolido por los resultados, el deseo de vencer a un rival todopoderoso…
   Once mil personas asistieron a un partido de baja puntuación, visceral, trabado, feo por cómo se jugaba pero caliente por las ganas de unas gradas que gritaban su hambre de triunfo. Hubo cuarenta minutos de baloncesto anodino, y luego se jugó una prórroga que pasará a la historia por su tremendo final.
   El último minuto de este partido va más allá de lo humano y de lo posible, y se convierte a golpe de triple en una hazaña inolvidable. Un enorme Prigioni se echa el equipo a las espaldas, nos bombardea una y otra vez a triples, nos niega el triunfo. Y una y otra vez, el Unicaja, tocado, se levanta de la lona y responde, en una espectacular sucesión de aciertos que culminan con un canastón imposible, una de esas maravillas que se contemplan muy pocas veces a lo largo de la vida. Un triple en el último segundo, rodeado de enemigos, haciendo una finta en el aire para apuntar mejor. El balón que vuela mientras todos pensamos que no va a entrar, y que milagrosamente taladra el aro, a la vez que se ilumina el marco anaranjado del tablero para indicar que se ha consumado el milagro. El Carpena estalla de Júbilo, veinte mil brazos se alzan hacia el cielo, haciendo gestos de victoria y alegría.
   Para vivir una heroicidad de este calibre, tengo que remontarme a la fantasía y a mi adolescencia, cuando un Rocky Balboa soporta golpe tras golpe de su implacable rival soviético, para levantarse de nuevo movido tan sólo por el coraje, aguantando todo el castigo a base de corazón, para, en el último minuto de la película, derribar a su oponente de un golpe certero e imparable. Así fue este partido, como aquellas películas de boxeo en las que nuestra pubertad nos hacían inmunes a connotaciones políticas, y sólo veíamos a dos luchadores sobrehumanos disputándose a golpes la gloria.
   El 19 de Marzo, como digo, volvieron los héroes al Carpena; los de ambos equipos. Hombres inmensos, virtuosos de su juego, ansiosos por lograr el triunfo. Pero en Málaga teníamos a Garbajosa; Sabíamos que volvería, como los héroes de la infancia, para rescatarnos del infierno. Y para darle a Terrel ese pase final con el que se acuñó lo que posiblemente sea uno de los más grandes finales de partido jamás vividos en esta liga ACB que tanto amamos.
   Una canasta imposible, que nos recuerda que a veces, todo es posible, y que alimenta nuestro hambre de triunfo y de éxitos.
  Gracias a todos por este gran partido.