viernes, 26 de febrero de 2016

ALMA, de Carlos Sisí. RESEÑA CON SPOILERS



ATENCIÓN, ESTA RESEÑA CONTIENE REVELACIONES SOBRE LA TRAMA (SPOILERS). NO SIGAS LEYENDO SI AÚN NO HAS LEÍDO EL LIBRO. 

 Como la novela, esta reseña tiene luces y sombras. Quería escribirla justo después de la lectura del libro, en caliente, para que no se disipen en mí las sensaciones que me ha causado el libro.
  Para esta reseña, le tendría que preguntar al autor: "¿Te doy primero las buenas noticias, o las malas?" y asumiendo que me pidiera primero las buenas, comenzaría por decirle que he leído la novela en tres noches. Y eso porque estaba con gripe, que de lo contrario habrían sido dos. Carlos Sisí es un maestro del ritmo, tiene un control absoluto sobre la narración y desde el momento en que comienzas la lectura, te atrapa irremediablemente y te obliga a continuar capítulo tras capítulo, sin darte tregua. Se podría decir que la curva de intensidad de la novela es perfecta. Te lleva a querer leer una página más, un nuevo capítulo, hasta que van pasando las horas sin darte cuenta. Eso es lo mejor que te puede pasar con un libro y por eso tengo que decir que ALMA es un gran libro.  Su autor se maneja perfectamente en los espacios abiertos; se le nota su bagaje de destructor de civilizaciones, porque es capaz de describir la caída de la humanidad con precisión de cirujano. El libro es como un reloj en cuenta atrás. Si fuera director de cine, sería un magnífico controlador de extras, de grandes planos apocalípticos. A mi me parece muy meritoria su capacidad para hacerte visualizar un panorama global cada vez más amplio, para describirte cómo todo se va a la mierda al ritmo que él quiere en su narración, ni más ni menos.
    Mención especial merecen (y quiero señalarlos antes de que se me olvide) los huevos de pascua incluídos en la obra; guiños  excelsos a aquellos lectores que crecimos con el ZX Spectrum o que conocemos a ese personaje caricaturesco y simpático que Carlos Sisí ha creado para los comics. Un autor que llama a un bosque Tir Nanog,  sólo puede contar con mi mayor cariño y complicidad...
   Sin embargo, en mi modesta opinión de lector, a la novela le falta o le sobran algunos elementos para ser redonda, y ahí está mi dolor y mi opinión, por si sirve de algo...
   En primer lugar, creo que Carlos abusa de los diálogos informativos. Esos diálogos en los que un personaje va  explicándolo todo, y los demás le van haciendo las preguntas exactas para que la explicación fluya.   Carlos ya dice en su prólogo que esta obra le ha exigido un gran trabajo de documentación, y como lector, le agradezco enormemente este hecho. Que todo lo que describe tenga una base, un porqué. Sin embargo, a veces, la forma de presentar la información resulta excesivamente forzada , con personajes  manteniendo diálogos  donde se nota demasiado el objetivo de informar que tiene el autor. (véase el diálogo entre Jow y su socio, cuando tras tres años trabajando en un proyecto, se explican el uno al otro los detalles del tema técnico del que están hablando). Y esos personajes respondiendo "Oh, si..." "Entonces...¿eso significa que..."  Y cosas por el estilo. Sucede demasiado.
   Otro de los puntos negativos de la novela son los personajes; el personaje de mayor carisma, con el que más te identificas en la novela, es ese escritor frustrado que tras su primer bestseller es incapaz de enfrentarse a la página en blanco. Para Carlos, es un simple instrumento para desencadenar la historia, un vehículo que deja aparcado cuando se queda sin gasolina para conducirlo a su destino. Pero era el personaje más potente de toda la novela y pienso que se han desaprovechado mucho sus posibilidades en la parte final del libro.
  Por el contrario, el resto de personajes son bastante planos; o al menos, no llegas  a empatizar con ellos tanto como se debería. Y el galardón del personaje tópico se lo lleva Gabriel: Aquí tenemos a un viejo de barba blanca que fuma en pipa y sirve para hacernos la reflexión moralizante, para aclarar el sentido de todo, como el viejo que aparece en Spawn, como Merlín, como Dumbledore, como Gandalf, como tantos y tantos personajes similares encajados en ese cliché de sabio fumador de pipa, cuya aparición no aporta nada a la novela, sino que más bien la empeora hasta extremos extraordinarios en su recta final. La escena del bar, traída por los pelos, sólo sirve para presentar a quien aclarará toda la historia a los personajes principales. Y eso nos lleva al otro problema de la novela, uno, para mí, muy gordo: Y es que se insiste tanto al lector en el mantra repetido hasta la saciedad por sus personajes de que "todo sucede porque tiene que suceder" , que llega un momento en el que te das cuenta (al final del libro) de que los protagonistas no tienen incidencia directa en la trama, sino que son simples peones de un plan maestro, cíclico, en los que ellos no tienen nada que aportar, salvo su buenrollismo para sobrevivir al exterminio. Esa sensación que se te queda en las últimas páginas al comprender de qué va todo, es una sensación agridulce porque realmente le quita prácticamente todo el peso de la narrativa a los personajes, que se convierten así en meros espectadores de algo que tiene que suceder "porque sí".   Y eso nos lleva a la siguiente cuestión: ¿Porqué ellos sí  y los demás no? Aquí entramos en otro terreno espinoso: He de reconocer que cuando leí por primera vez la palabra Amor con mayúscula, pensé que Carlos se adentraba en el espinoso terreno de la cursilería y me temí lo peor;  en ese instante, al autor se le abre un abismo junto a sus pies, donde está a cada pocas páginas a punto de precipitarse. Sin embargo, Carlos sabe dar una de cal y otra de arena, y matiza esos breves momentos de cursilería con potentes escenas de gran impacto visual, que te recuerdan que estás leyendo un libro de "terror"  y no una novela de Jorge Bucay.  Sin embargo, al final, ese dique de contención que él mismo se coloca ante su redacción, se rompe de forma estrepitosa, para caer en un final con moralina donde todo es Amor, como en los cuentos de Disney.  Y esto no estaría mal de haberlo resuelto de otra manera, pero es que las pruebas de introspección a las que son sometidos los personajes, están relacionadas todas con el amor "sexual" o con la pérdida de una pareja. Así, tenemos incluso a Alma atormentada por la pérdida de John. A Peter, por su culpa por la muerte de su esposa y su relación con Jow. A Penny (¿a quien le interesaba a esas alturas de la novela la historia de Penny?)  luchando por aceptarse tras salir del armario en medio de una familia severa. Y a Jow, que podría representar el amor filial, simplemente se queda como la superviviente de una niña acosada por su padre. Una escena también un tanto tópica en la literatura del género, la del pene avasallador y dominante. No hay otro tipo de Amor representado por los personajes más que el amor a la pareja. Y las motivaciones de cada personaje no me parecen lo suficientemente fuertes en esa parte final como para hacerles tan especiales como para sobrevivir al apocalipsis, al Agujero, a las Sombras, porque son sucesos tan cotidianos que cualquiera de nosotros ha tenido una experiencia similar o ha superado un trauma semejante.
  Puestos a fantasear, hubiera estado bien que Alma,  simbolizando el papel de la Madre Primigenia, de la Luz y de Gaia, se hubiera fundido con el agujero, que hubiera de algún modo "trascendido", para crear una especie de corriente de amor a través de las líneas Ley. Pero ella simplemente acaba...amándose a sí misma.   
  En resumen, creo que el final (las últimas 15-20 páginas del libro) son un anticlimax que sólo conduce a hacernos una lectura optimista de un posible futuro poblado por una humanidad que se ama sin egoismos. Como un colorín colorado donde todos fueron felices y comieron perdices.  Y creo que el planteamiento, conociendo la naturaleza del ser humano, no cuela. No soy capaz de imaginar ese mundo, por mucho que sean un puñado de personas justas y virtuosas los que sobreviven al caos.  Así que como final, me hubiera gustado que al menos los protagonistas hubieran dudado. Hubieran cuestionado la posibilidad de que su estirpe no vuelva a repetir el ciclo, una vez más, de auge y destrucción. Me parece un final demasiado bucólico y demasiado fácil para unos personajes que quizá no merecían tanto privilegio, porque ni siquiera Alma es tan especial como para eso. Porque Alma, desde el momento en que aprende a levantar sus escudos, se convierte en un personaje que de pronto cobra un poder inusitado en la novela. No es la medium de "las voces de los muertos" ni el Harry Keogh, Necroscopio de Crónicas Necrománticas.  Es una mujer todopoderosa, a pesar de que Carlos quiera hacernos creer lo contrario, que nunca va a estar en un peligro real. Un personaje al que le sobran los escudos, porque un escudo es una forma de aislamiento y el aislamiento es el acto consciente de ignorar el sufrimiento (las voces) de los demás.
   Termino mi reseña felicitando a Carlos Sisí por su magnífico libro, a pesar de todo. Porque pese a esas últimas páginas que no me han sabido transmitir todo lo que yo esperaba para la conclusión de la obra, me lo he pasado fantásticamente bien leyendo ALMA. Y seguiré acompañándole en cualquier otra propuesta literaria que lance, porque creo que actualmente es uno de los mejores autores del género que existen. Y sobre todo y además, porque es un gran tio, al que seguro que no le molestan aquellas pequeñas críticas que yo, humildemente, me atrevo a hacerle a su obra.

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